Las salidas del clóset que necesité (o necesitaré) para saber quién soy.

Momiji Talks / entrevistas

Por Momiji Beauty - 17 may 2023

por Óscar A. Monrreal M. (ella/la, elle/le, él/lo)

 

Ayer mientras veía la última temporada Queer Eye, no podía dejar de tener una tremenda sensación que admira y celebra a Jonathan Van Ness por ser quien es de la forma más auténtica y genuina posible. ¿Y por qué? por una sencilla razón: me identifico como una persona de género fluido. Y aunque muchas ocasiones puedo ser quien soy, solamente me siento cómoda haciéndolo con las personas que más quiero por miedo a muchas cosas: miedo a que atenten contra mí o mis seres queridxs, miedo a que me juzguen sin siquiera conocerme, miedo a no ser amada, querida o apreciada solo por ser quien soy, miedo a que las condiciones no son las mismas para una persona heterosexual cisgénero que para una persona como yo. 

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Pero antes que me adentre en este escrito, —que, les juro que tiene un final feliz— les quiero contar cómo fue que salí de dos clósets. Así como lo leíste 👁👄👁: no tuve que salir de uno, sino de dos. El primer clóset del que tuve que salir fue el de mi orientación sexual. Y a pesar de que mi familia fue asimilando y aceptando mi orientación sexual, me di cuenta de que la persona más importante que tenía que aceptar y entender mi salida del clóset era yo. Con el tiempo he aprendido que a algunas personas les resulta liberador hacerlo con quienes más quieren (ya sea su familia de linaje o escogida). Aunque fue doloroso en su momento, el proceso de confrontarme, frontalizarme y vocalizarme; me llenó de mucha sanación y me ha hecho ser quien soy al día de hoy: una persona que del dolor, logra florecer en su sanación.

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El segundo clóset que fue el que le costó más trabajo a mi familia, seres queridxs y a mí; fue el de mi identidad de género. Cuando le comenté a mi mamá sobre mi identidad de género, se llenó de preguntas como: “¿ahora quieres ser mujer?”, “¿te eduqué mal?”, “¿eventualmente querrás transicionar para ser una mujer trans?” Cabe destacar que todas sus preguntas venían de un lugar de duda, no de juzgarme o juzgarse. Respondí una a una sus preguntas y poco a poco fue comprendiendo mi sentir. Porque también es muy importante reconocer que nuestrxs madres, padres y/o cuidadores no les dieron un manual para educar y desarrollar a unx hijx, menos a unx que forma parte de la comunidad LGBTTTIQA+.

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Al inicio de aceptarme como una persona de género fluido (que esto fue hace más o menos 8 años), me sentía extremadamente sola. No tenía con quién platicar de este tema al respecto, y no porque mis amistades no quisieran hablar conmigo, sino porque no conocía personas no binarias en mi entorno cercano con las que pudiera hablar del tema y sentirme correspondido e identificado sobre cómo me siento. Con el paso de los años, gracias a las redes sociales, me he sentido acobjiada y protegida por todas esas personas que detrás de un usuario en redes sociales como instagram, me han hecho sentirme escuchada, entendida y sobre todo fortalecida por su acompañamiento a distancia. Aunque mi experiencia no resume la de todas las personas no binarias, eso no significa que mi experiencia no sea tan válida como otras.

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Para mí, ser una persona de género fluido es tan fácil de explicar por la manera en cómo ha sido mi vida: como una persona que vive en la frontera entre México y Estados Unidos. Muchas personas de la república mexicana, si manejan 10 minutos al norte de donde viven llegan a otra ciudad, comunidad o población del país; en mi caso, llegó a Calexico, California. Y me siento tan cómoda caminando por Calexico como caminando en Mexicali. Ambas ciudades forman parte de mis orígenes y no siento que pertenezco en su totalidad a una de ellas, sino que fluyo en ambas. De esa misma forma veo mi identidad. No es que descanse en un 50% masculino y 50% femenino, es cambiante y fluye entre ambas. De esa forma me siento cómodo viviendo y experimentando día a día mi identidad de género que fluye, que me lleva a diferentes lugares, que también me sana y me ha llevado a sanar a otrxs por medio de mis vivencias y lo valiente que he sido para poder contar mi historia.

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Te confieso que en muchas ocasiones me siento tan abrumada e insegura como lo describí al inicio de este escrito, pero recuerdo que no estoy sola y tengo una gran red de apoyo que me cuida, que cuido de ellxs, y todo pasa más ligero. 

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Es por eso que también te quiero recordar que NUNCA ESTÁS SOLX, que siempre habrá alguien para escucharte, darte apoyo y la resiliencia que necesitas para continuar con tu día a día. Es difícil salir del clóset, y nadie tiene que hacerlo de forma forzada, todo va a su tiempo, momento y espacio adecuado. 

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Con un poco de paciencia, florecerás. 

 

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